Hércules y yo, llegamos al reino de Augias y nos anunciaron la quinta tarea, que era limpiar los establos del rey, los cuales nunca antes habían sido aceados. Parecìa una tarea imposible ya que tenìa inumerable cantidad de cabezas de ganado.
Cuando nosotros llegamos a los establos, vimos que era realmente difìl de lograr en un dìa, por la cantidad de excremento y polvo. Hèrcules observò a lo lejos los rios Alfeo y Peneo y se ocurriò desviarlos para que calleran sobre los establos, al cabo de un rato logrò cambiar el curso de los mismos.
Una vez finalizada nuestra tarea fuimos al castillo del rey Augias para comunicarle. Cuando èste nos escuchò de como lo habíamos hecho, se enfadò, ya que no era como èl queria. EL rey llamó a sus soldados para que nos llevaran presos, peleamos y logramos vencerlos. Hèrcules y el Rey comenzaron una fuerte dicusiòn y terminaron a los golpes, en ese preciso momento una fuerte ràfaga de viento abriò las puertas del palacio y vimos una luz brillante que se acercaba hacia nosotros, provocàndonos mucha calma. Era Eirene la Diosa de la Paz.Sus palabras nos hicieron reflexionar sobre lo sucedido, el Rey reconoció que Hèrcules y yo habìamos hecho un buen trabajo, delante de todos la Diosa reconoció mi gran colaboración con el gran héroe y me otorgó el don de semiDios de la limpieza. Nos despedimos con Hércules, él debía continuar con us tareas para lograr inmortalidad y yo continuar con mi trabajo como semiDios de la limpieza.